CRÓNICA Nº1, SOBRE LA MARCHA VIRTUAL DE LA DESBANDÁ POR LA CARRETERA DE LA MUERTE DESDE MÁLAGA A ALMERÍA
Hace 84 años, el 7 de febrero de 1937, unas 250.000 personas salieron huyendo masivamente y despavoridas de Málaga por la carretera costera que une Málaga con Almería. Al grueso de habitantes de la capital malagueña que tenía cerca de 200.000 habitantes se le unieron unas 90.000 personas que venían huyendo del este de Cádiz, de la sierra sur de Sevilla y Córdoba y de los pueblos occidentales de Málaga. Todavía, unas 50.000 personas llegaron a Vélez desde el sur de Granada y los propios pueblos del este de Málaga y de la Costa Granadina hasta Castell de Ferro, se sumaron a la huida, por lo que la cifra de 300.000 personas huyendo, sumando diferentes tramos del trayecto es contemplada como la más probable así como la muerte de unas 10.000 personas ametralladas en su huida por el fuego de aviones y barcos de guerra bajo el mando franquista; unas 100.000 consiguieron llegar a Almería y desparramarse por toda la costa mediterránea hasta Cataluña, miles de ellas acabarían en Francia.
El diario británico “The Manchester Guardian” relató lo sucedido de la siguiente manera: “La evacuación de Málaga… iba a asumir el carácter de un cataclismo humano desconocido en la historia de Europa. Pronto se convirtió en una sangrienta realidad. El camino se tornó un infierno bombardeado por los barcos fascistas españoles y los aviones alemanes e italianos… Pronto el camino quedó cubierto de muerte.
El gobierno de la República había dejado a Málaga indefensa frente al ataque de las tropas fascistas. Quizás para evitar la caída de Madrid, quizás porque la mayoría política de la izquierda en Málaga estaba compuesta por anarquistas y comunistas. La defensa de Málaga se basaba en unos 12.000 hombres mal organizados y armados con unos 8.000 fusiles, sin ninguna artillería, que en su mayoría no eran soldados sino campesinos y milicianos voluntarios. Los fascistas atacaban con un ejército de unos 20.000 soldados bien instruidos y armados, 10.000 regulares de las tropas coloniales de Marruecos, “los moros” y unos 10.000 italianos del Corpo Truppe Volontaire de Mussolini que venían con tanquetas, artillería, y una abrumadora superioridad aérea y marítima. La población civil huyó presa de pánico porque tenían noticias del salvajismo y la barbarie con la que se comportaban las tropas fascistas con el territorio que iba ocupando, cosa que el General Queipo de Llanos, al frente del operativo desde Sevilla, procuraba amplificar a través de la radio, prometiendo el asesinato de los hombres y la violación de las mujeres del bando rojo.
Como cuentan muy bien Lucía Prieto y Encarnación Barranquero en su libro, “Población y Guerra Civil en Málaga” las primeras personas refugiadas que llegaron, fueron acogidas en casas particulares de personas de izquierdas dispuestas a ayudar y compartir con quienes huían del fascismo. Pronto no quedó sitio y se ocuparon toda clase de albergues, después todos los conventos, y finalmente, todas las iglesias, incluyendo la Catedral, acogieron a miles de personas, también se usaron sitios como los sótanos de la fábrica de Tabacalera; tamaña acumulación de población desbordó las posibilidades de acogida y las condiciones de vida durante meses se tornó inhumana. La falta de comida, de agua, de aseo, pronto desencadenó numerosas epidemias que se cebaron sobre las personas más débiles, las recién nacidas y de corta edad. En el libro citado, están documentados 1.190 fallecimientos solo de niños y niñas entre Julio de 1936 y febrero de 1937. Bronconeumonía, Gastroenteritis, Sarampión, Difteria, Tifus, Tuberculosis, Raquitismo… provocadas por las condiciones insalubres, el hacinamiento, el desbordamiento de hospitales… Pero cuando las tropas fascistas ocuparon Málaga, criticaron la ocupación de las iglesias y de la catedral como refugios y contaron otra versión de las desgracias de las personas huidas; el ABC de Sevilla en su edición del 11 de febrero decía “…allí han muerto los proletarios de viruela negra, del tifus, de lo que sea, como si el cielo les hubiese enviado el castigo que se merecían por sus profanaciones y sacrilegios…” Luis Bolín, miembro de la burguesía malagueña, que jugó un papel importante en el alquiler del avión Dragón Rapide que trasladó el 18 de julio de 1936 al general Francisco Franco desde las islas Canarias a Tetuán y que había sido corresponsal de ABC, también escribió el 8 de Febrero, al visitar la catedral y cuando la mayoría de la población huía hacia Almería: “…El espacio interior estaba ocupado en su casi totalidad, por una horda repugnante hacinada en la mugre y la porquería, con las capillas laterales infectadas y los míseros petates tirados por el suelo. Un niño muerto yacía al pie de una columna; un hedor insoportable –el clásico olor a rojo- se extendía por las naves…”.
La primera parada de Memoria Histórica, casi al final de Málaga capital por el este, antes de llegar al municipio del Rincón de la Victoria, se hace en el Paseo de los Canadienses, donde una placa recuerda al doctor Norman Betune y sus compañeros Hazen Sise y Thomas Worsley ; ellos nunca llegaron a Málaga, pero vinieron a socorrer a la gente que huía de Málaga y llegaron hasta la zona de la costa de Granada, desde donde evacuaron en sus furgonetas sanitarias durante varios días a cientos de niños; gracias al grupo sanitario de los canadienses tenemos los únicos testimonios gráficos de la huida hacia Almería. Ya en la localidad de La Cala del Moral, perteneciente al Rincón de la Victoria, hay un monolito recordando el hundimiento del submarino republicano C3, por parte del submarino U32 de la marina alemana nazi, en la que perdieron la vida unos 37 marinos, cuya mayoría eran de Cartagena. Más allá entre la Cala y el Rincón están los túneles del antiguo tren de la “cochinita” por donde pasó la huida y donde hay, señalado como lugar de memoria histórica, un boquete que atraviesa la roca, un obús de los que disparaban desde los cruceros acorazados para matar a la gente inocente que huía. Podría haber sido disparado por el crucero Canarias, que estaba mandado por Salvador Moreno, almirante que luego fue ministro de la marina de Franco y que le dieron su nombre a la calle donde nació Mariano Rajoy; éste protestó airadamente cuando le quitaron el nombre a la calle, porque fue un golpista, un fascista y un asesino.
Ejemplo de la participación de descendientes del éxodo de la Desbandá fue la participación en esta etapa de una mujer venida de Francia, Annie Flores, cuya madre participó en la huida con 10 años, en un grupo que salió del pueblo de Arenas, cercano a Vélez Málaga. Después de llegar a Almería, siguieron huyendo hasta un pueblo limítrofe entre Aragón y Cataluña. La huida siguió después y cruzaron los Pirineos instalándose definitivamente en Francia; la niña, acabó casándose con un miliciano, almeriense de Garrucha, doce años mayor que ella, que estuvo en el campo de prisionero de Argelés en Francia. Ella conoció la historia de sus padres hace menos de 10 años y su madre, la niña que huyó con 10 años, murió a finales de 2017, año en el que estuvo en Málaga y participó en el acto anual que hacen todos los años las organizaciones memorialistas malagueñas en el Paseo de los Canadienses. Annie está empeñada ahora en reconstruir la historia de sus padres y de conocer su familia de Málaga y Almería.
En la carretera hacia Vélez, dejamos atrás a un pueblo de la sierra llamado Almáchar cuyo Alcalde durante la República por el partido Republicano Radical Socialista huyó con la Desbandá llevando a su mujer y a sus cinco hijos, sin embargo, como otras muchas personas se volvió atrás cuando no pudo pasar de Motril; hizo caso de la propaganda de que quien no tuviera las manos manchadas de sangre no debía temer nada y podía volver a su pueblo. A su llegada fue apresado inmediatamente y encarcelado y varios días después murió a causa de los golpes y las palizas continuas a las que fue sometido; en el acta de defunción certificaron que había muerto por paro cardiaco, cosa que se negó a firmar el médico forense, a pesar de que también era falangista.
La marcha, en su primer día llega hasta Torre del Mar, perteneciente al Municipio de Vélez Málaga. Es obligatorio allí, hacer un homenaje al que fue hasta el 9 de febrero de 1937, farero de Torre del Mar, el gallego Anselmo Vilar, de familia de fareros, cuyo abuelo fue farero de la Torre de Hércules de la Coruña. En la noche del 7 y del 8 de febrero, él, contraviniendo las ordenanzas, apagó el faro para que los aviones italianos y alemanes, así como los destructores franquistas no pudieran localizar, ver, ametrallar y bombardear a la inmensa muchedumbre que pasó la noche en las grandes explanadas de cañaverales que había a la entrada a Torre del Mar. El día 9 que entraron las primeras tropas fascistas, Torre del Mar y Vélez, estaban prácticamente desiertas porque su población se sumó a “la Desbandá”, pero el farero no huyó, fue apresado y pocas horas después fusilado, sin ningún tipo de juicio; cuando murió tenía 51 años, su acción salvó la vida quizás de cientos de personas que pudieron descansar, comer (caña de azúcar) y beber agua (del río de Vélez) y continuar la huida. Sin embargo, Anselmo, desconocido y olvidado, fue enterrado en una fosa común de donde aún no ha podido ser rescatado al igual que miles de personas asesinadas por el fascismo.
En Torre del Mar, también visitamos su parque de la Memoria, donde en sus bancos están escritos los nombres de las personas fusiladas por los fascistas y donde hay plantados almendros para que en febrero siempre tengan flores las personas a las que se recuerda. El último alcalde republicano electo de Vélez, Federico Terrón Rodríguez, del partido Unión Republicana, huyó como la mayoría de la población; antes de la entrada de las tropas fascistas, estuvo en Valencia y con la derrota de la República huye a Francia, aunque su mujer y sus hijos vuelven a Vélez. Al poco tiempo decide volver a Vélez creyendo que no tenía nada que temer ya que no había estado involucrado en ningún conflicto ni participado en ninguna milicia. Nada más llegar a Vélez, fue detenido, juzgado y ejecutado el 8 de agosto de 1939. Como decía Rodrigo Vivar Téllez, Juez Militar de Vélez, Ronda y Coín, llamado el carnicero de Vélez, emulando a Arias Navarro el carnicero de Málaga, “todos los alcaldes republicanos son ejecutables”.
Mañana recorreremos virtualmente la etapa de Torre del Mar hasta Nerja.
La Desbandá
Ya puedes hacerte socio de de la Desbandá.